ÚLTIMAS
VOLUNTADES DE FEDERICO GARCÍA LORCA
Compréndalo, señor fusilero,
En el palacio de las estatuas y del musgo?
Pues no permita que le tiemble la uña
Cuando apunte entre mis ojos
Y cuídese de la danza de los murciélagos
Que defecan a traición
En el caño punzante de la aguja
De la mirada del matarife.
No somos del mismo cielo, compréndalo.
A mí me gusta que cante la calandria
Por el mes de mayo, cuando hace la calor;
A usted, el saludo de los cuervos enlutados
Que entonan sus negros graznidos
Al rastro ceniciento que cae de sus manos.
No escupa por la boca de la muerte,
No sea que le maldiga el réquiem de los pájaros
Que no distinguen las palomas blancas torturadas
De los buitres leonados que alzan el ala derecha.
Porque… ¡cómo huele la tristeza
Del dios de las alcantarillas!
¡Cómo comulgan labios de los anticristos
Condecorados en Roma y Berlín!
Compréndalo, señor matarife,
No le falle el pulso en mal momento,
Porque más vale un Federico muerto
Que un García Lorca moribundo y dolorido.
Y a los chupatintas que mojan en las heridas
La pluma de papagayo adoctrinado
Dígales que lleven a Granada
La elegía que ha de escribirme don Antonio;
Estaremos juntos, él atrapado entre montes y arenas
Y yo navegando entre el Darro y el Hudson.
Y cuando ya no se escuche la taquicardia
No me cubra de estatuas, mármoles y girasoles.
Déjeme con los obreros cejijuntos,
Con los vagabundos del cementerio judío,
Con Antoñito el Camborio
Y con Mariana Pineda.
La barca sobre la mar y el caballo en la montaña,
Porque la luna negra es patrimonio de todos.
Y que busquen a Federico los gitanos del Albaicín,
Los arcángeles de Córdoba -lejana y sola-,
Los niños mendigos de Nueva York,
Los bandoleros de Sierra Morena
Los negros de Harlem
Y los poetas huéspedes de las cunetas.
Compréndalo, apunte bien,
Porque la luna a veces se esconde entre los musgos
Y los tiburones borrachos remontan los arroyos
Hasta perderse en el Paseo de los Tristes.
Cuando vea murciélagos rondándonos
Piense que vienen a guiarme a la laguna
Y si tienen que esperar la detonación última
Tal vez acaben defecando, con perdón,
En el nombre de tu santa madre.