INTERVALO BARROCO
(Cervantes sueña un nuevo personaje)
Hace un par de años releí las Novelas ejemplares de Cervantes. De paso, revisé su biografía. Pienso que quizá don Miguel fue un gafe condenado a escribir porque ya había agotado las posibilidades de ser el protaginista directo de su vida. Y leerlo tiene el encanto de desentrañar detalles de su biografía y sus pensamientos en esas narraciones donde otros hablan y viven por él. en el fondo, como cualquier escritor, pero con mucho más talento.
Me permití imaginarme a mí mismo en su lugar, un culo de mal asiento con más de sesenta años, cargado de deudas y desengaños, intentando crear todo lo que no había creado en una vida malgastada en aventuras y desfalcos, luchando contra el tiempo para no dejar la obra literaria a medias, como había dejado a medias los demás proyectos.
De ahí estos tres sonetos. A fin de cuentas, son un reconocimiento a él, que me dio la mano para hacerme entrar por una puerta que quizá tenía reservada para mí hacía casi cuatro siglos. Un intervalo barroco en mi vida, que de vez en cuando me sorprende en el camino.
- De la vida y otras penitencias (el Licenciado Vidriera).
Herido antes de entrar en la batalla,
Un centinela ciego
es mal testigo,
Mas ya no
precisaba más abrigo
Que esta ciudad
fría y su muralla.
Heme aquí, sobre
la vieja atalaya,
Vigilando nada: no
hay enemigo
Ni lo habrá nunca.
No hay nadie conmigo
Ni marca la
frontera alguna raya
Que, sin duda,
borróse felizmente…
Mas nadie se
acordó de relevar
Al viejo centinela
incompetente,
Condenado a mirar
y no ver nada:
Fuera de mí ya no
hay dónde mirar,
Y sólo veo mi
propia mirada.
- Del amor y otras muertes (Dulcinea se hace realidad).
¿Sabéis cómo duele
decir adiós
Y desear volver
secretamente
A la cámara del
tiempo, el puente
Que sólo se cruza
una vez? ¿Sois vos
Quien traza la
línea y divide en dos
Mi vida? Dejad,
pues, que os represente
En un camino
espiral, que se siente
Predecible, como
un antiguo dios
Pagano, un ídolo a
merced del viento
Que vos –o yo
mismo- arrojó a la vía,
Mas, no
encontrando un nuevo complemento,
Dejó por altar la
oquedad vacía.
¡Y qué nostalgia
sentir vuestro aliento,
Vuestra voz y
vuestra melancolía!
- Del paso del tiempo y otras memorias (Cervantes analiza la Guerra de Irak).
Alguna vez fui
niño. Bien lo sé,
Porque ando a
tropezones en mis sueños
Y escucho voces y
olvidé sus dueños
En el fondo de la
taza de té.
¿Fui joven?
Recordemos… ¿Quién no fue
Fiel consumidor de
vicios pequeños?
Ni Flandes, ni
adalides extremeños,
Ni Lepanto… Ya
veis, murió la fe
Con daño y sin
gloria. Ganó la guerra
Y, por más que
nuestro valor sobreviva,
Perdimos el
cabello y más de un diente.
Entré en mi casa.
La puerta se cierra:
Bien sé que ni una
célula viva
Queda en la piel
que mudó la serpiente.
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