MONTÓN DE PAJA Y MONTÓN DE TRIGO.
Una desgraciada coincidencia provocó que, mientras escribía "microleyendas" (200 palabras cada una) el pueblo de Ucrania se desangraba contra la invasión rusa. Poco antes, en un campo de refugiados saharauis –huidos de la ocupación marroquí-, Gala, mi “hija” saharaui, dio a luz a una niña a quien puso como segundo nombre Irene, como su “hermana” española. Irene significa paz.
En su memoria.
La sequía cegó los ríos, la guerra arrasó las
ciudades. Sin comida que echarse a la boca y sin labores para ganarla, los
aldeanos abandonaban sus chozas, buscando dónde rehacer la vida.
Una familia seguía el curso del arroyo Milanillos. El
hombre llevaba un niño a hombros y una niña de la mano, la mujer sujetaba un bebé
en el pecho. Vieron a lo lejos dos gigantescos montones, uno de paja y otro de
trigo. Se acercaron. El propietario, un rico avariento, les flanqueó el paso.
-Necesitamos comida, apenas nos tenemos en pie –dijo
señalando los rostros demacrados de su familia.
-De eso os valéis los extranjeros, de inspirar pena;
después, ofendéis a nuestros dioses y nuestras costumbres. Aquí la comida se
gana trabajando.
-Mejor aún, señor. ¿Me ofrecéis trabajo, pues?
-¿Qué te hace pensar que tengo trabajo?
-Los montones de trigo y de paja que están a vuestra
espalda.
-¿Trigo y paja? No hay sino dos cerros de tierra yerma.
-Lleváis razón. No hay sino dos cerros de tierra
yerma.
Cuando se marchó, había cambiado el paisaje. No quedaban trigo ni
trigales, solo dos colinas estériles que aún se alzan en Torredondo: Montón de
Paja y Montón de trigo.
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