EPÍSTOLA INMORAL APÓCRIFA
Dirás: "Lo que desprecio he conseguido”
(A.
Fernández de Andrada)
No pasa el tiempo en vano, bien lo sabes.
Ya no quieres romper ningún esquema,
Te empuja la corriente. Pues bien, rema,
No esperes gobernar las nuevas naves
Y no fuerces la puerta si no hay llaves.
No hallarás cetro, corona o diadema;
Evita el fuego porque aún quema,
Igual que están volando aún las aves.
La batalla ya no es tuya ni puede
Quedar nada valioso en los rincones
De la trinchera en que fuiste ofendido.
No te engañes, te hicieron daño adrede.
No pidieron perdón, no los perdones.
Insúltalos y otórgate el olvido.
LEON TROTSKY ESPERA A SU ASESINO EN
MEXICO
Me
veo obligado a escribir estas líneas en la emigración […], mientras mis mejores
amigos, que lucharon apasionadamente por ver implantada la república de los
soviets, pueblan sus cárceles y sus estepas, presos unos y otros deportados.
León Trotsky. Mi vida.
Pocas cosas son seguras;
Sólo los tiranos pueden
Alardear de certezas.
Hoy ha amanecido en
México.
Y, estoy seguro, mañana
Habrá amanecido en
México.
Mas no puedo dar por
hecho
Que estos, mis ojos
miopes
No miran su última
aurora:
Para morir. Hoy lo sé
Y también sé con certeza
Que moriré pronto en
México.
Y si algo me fuera dado,
Tras haber sobrevivido
Muchas, demasiadas
veces,
Deseo ver sus pupilas
Por saber, aun cuando
sea
Solo un segundo en mi
vida
Si existe alguna señal
En los ojos de Caín…
O si, tal como sospecho,
La mirada de Caín
Habita en todos los ojos
De cada hombre del
mundo.
SURCOS IMPRESOS
Largas columnas de hormigas soldado,
Profetas, líderes, agitadores,
Propagandistas de honores y patrias…
Entre uniformes, desfiles y vítores.
Una bandera ennoblece una ruina
O colorea un bosque calcinado;
Y a su sombra, zumbidos, fogonazos,
Edificios sin alma, chozas ciegas,
Yelmos rotos y caballos de Troya,
Largos páramos… Y la sed, y el miedo…
La gloria es así, lujo y sufrimiento,
Clarines y lenguas encadenadas,
Y gurús de la eugenesia al acecho
A esa edad empezaron a morir.
Quedan surcos imborrables, impresos
sobre la tierra yerma de su rostro.
Sabemos que así se escribe la historia.
Algunos han soñado un paraíso.
Que los dioses los maldigan por siempre.
Que los dioses los maldigan por siempre.
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