viernes, 4 de noviembre de 2022

ELOGIO DE LA DERROTA. (HOMENAJE A QUEVEDO)

 ELOGIO DE LA DERROTA    (HOMENAJE A QUEVEDO)


                En mi remota época de estudiante de Bachillerato leí los poemas morales de Quevedo. El peligro de descubrir tan pronto la excelencia en poesía es que uno sabe que jamás conseguirá escribir nada  remotamente comparable. Han pasado más de cuatro décadas y aún me impactan poemas como “El escarmiento”. Tal vez su lectura me enseñó a valorar mis fracasos y admirar los fracasos ajenos cuando se abandona la batalla para evitar hacer más daño a otros o a uno mismo.

Vayan aquí tres sonetos escritos a la manera del maestro. Y que él me perdone. Acompaño a los poemas con imágenes de cómic de Antonio Hernández Palacios, otro referente de mis años juveniles.

 

ELOGIO DE LA DERROTA

               Y gozo blanda paz tras dura guerra

hurtado para siempre a la grandeza.

(“El escarmiento”, F. de Quevedo)

 

Llueve ahora en el campo de batalla

(la espada, en su funda; el suelo, anegado)

y azota, impuro, el viento mi costado.

     No es bueno defender causa canalla

 

y no otorga el vencido cuando calla

el último dolor, atormentado

porque duele más dolerse en privado,

lamer las heridas tras la muralla…

 

     Y no, no pienso seguir peleando

contra soldados de plomo, debajo

del puente, ni intuir de vez en cuando

 

la traición y la envidia, el trabajo

de la mezquindad. 

                                Acabo arrojando

la espada que no supo dar el tajo.

 


 


LAS BABAS DEL INQUISIDOR

 



                                Aquí, del primer hombre despojado,
                                descanso ya de andar de mí cargado. 

(“El escarmiento”, F. de Quevedo)

 

Tal vez comprenderéis que pareciera

buena idea freír al enemigo

con brea, localizar al testigo

y al perjuro. Podría ser cualquiera

 

con ganas de ascender en la escalera:

un alma no vale más que un abrigo

si lo tasan los ojos del mendigo…

¡Qué tentador el humo de la hoguera!

 

La rendición final de la conciencia

sustituye verdad por servilismo,

no queda sino fuego y penitencia.

 

¿Arrojar la dignidad al abismo?

¿Apagar con sobornos la conciencia?

Mejor, desnudo; me cubro a mí mismo.




 

ENTRE EL TIRANICIDIO Y LA DESERCIÓN

(BERLÍN, 1944 – MOSCÚ, 2022)

 



Al sueño inobediente, con pagada
sangre y salud vendida,
soy, por un pobre sueldo, mi homicida.

               (“El escarmiento”, F. de Quevedo)

 



¿Qué príncipe se acuesta en el somier

Y escupe su desprecio en la comida?

El gesto es agrio, como honda es la herida:

Una estirpe bastarda usurpa el poder.

 

¿Se oculta el dragón? ¿Quién puede saber

Cómo llegar a su oscura guarida?

¿Alguien pondría en peligro la vida

A cambio de un efímero placer?

 

Descartemos el veneno; el dragón

Come hierba en prado protegido…

¿Guardianes fanáticos? Ten cuidado,

 

Morirán inocentes. La explosión

Hará enmudecer cualquier otro ruido

Distinto a mi conciencia de soldado.

 

 

 



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