jueves, 15 de marzo de 2012

INFAME Y FUERTE

INFAME Y FUERTE

En 1980 obtuve un premio de poesía en la Universidad Autónoma de Madrid, de la que era estudiante. Por aquel entonces, también gané un concurso de cuentos. Era la primera vez que me premiaban por algo y la primera vez que veía mi nombre publicado… No estuvo mal probar una dosis de vanidad; tampoco hubo mucho más ocasiones.
En “Infame y fuerte”, por regla general, imitaba a mis poetas preferidos de entonces – en el fondo, creo que, cuando escribo, siempre imito inconscientemente a alguien, y lo único que ha cambiado en ese sentido es la persona imitada. Intentaba hablar de la vida, con los tópicos y artificios de que la adorna un joven de 20 años: la noción de la existencia, los proyectos, el temor al paso del tiempo, la proyección de la muerte.
Al releer este poemario casi olvidado descubro que hacía una recreación de mi tiempo vital: el momento de mi concepción, mi nacimiento, mis primeros sentimientos y proyectos, mi previsible entrada en el mundo adulto, mi despertar a las ideologías... Algunos sonetos sonaban dignamente, aunque mucho menos de lo que me parecía entonces. He limado estridencias, pero mantengo temas y arquitectura en todos y cada uno de los poemas. 



1.


Ojalá mi conciencia no despierte;
Entretanto, benditos padres míos,
Creando mares, transportando ríos,
Un corazón, la roca infame y fuerte.

Aquí estoy: mis credenciales, mi suerte…
Benditos, entretanto, hermanos míos,
Cubiertos de los mismos hongos, fríos,
Herederos de la vida y la muerte.

Benditos, entretanto, antepasados,
Latentes en mi sangre, sin sentido,
Sin memoria entre la cama y la tumba.

Benditos, entretanto, inacabados
Mis hijos… También los que no he tenido…
Aquí estoy: la oscuridad se derrumba.

2.

Heme aquí. Yo, completamente solo,
Ajeno a la paz, la guerra, el consuelo…
Proclamo que alzo todavía el vuelo,
Aunque, para mi mal, no lo controlo.

Heme aquí, acobardado en mi polo
Negativo, desterrado en el cielo.
Soy mi suelo y mi oscuro paralelo.
Heme aquí, obstinadamente solo.

Poco más, y es lo único que tengo.
Me sustentan luz, honores, fracaso,
Horizonte, soledad. Y, consumido

Por mí mismo, digo: “ven” y vengo;
Me espera, orgullosamente, el ocaso.
Heme aquí, volando hasta el olvido.

3

¿Qué puedo ofrecer, si un cansancio extraño
Se esconde entre una vida y muerte unidas,
Aunque fueran mil muertes y mil vidas
Confundidas en siglos o en un año?

¿Podría ofrecer, sin un desengaño,
Fatigas en cenizas consumidas?
¿Qué ofrecerá al cerrar las heridas
Este Jesús solitario y huraño?

Caed, suavemente, párpados, ojos,
Niégame, oído, la voz del consuelo,
Caed al suelo, miembros leves, flojos,

Que me venza el dolor, que me aplaste el cielo…
Pero tú, lengua libre, vence al hielo:
Seré siempre mío, hasta mis despojos.

4

 No quiero vivir sin ti, sin tu cara;
Quiero… (Maldita sea) mirarte,
Atravesar tus ojos parte a parte,
Nada te aparta, nada nos separa.

No quiero vivir sin ti, sin la clara
Voluntad de querer verte y hablarte.
El juego está marcado y el descarte
Apenas comenzó y tú dices: “Para”.

No quiero vivir sin ti, sin el viento
Que empuja a navegar mis blancas naves:
La lava es el volcán, su fundamento.

Pues bien, sobre el armario están las llaves,
La puerta, el tartamudo sentimiento:
No quiero vivir sin… Ya sabes.

                                   5

He renunciado a tantas esperanzas
Que no sé si soy yo o soy distinto,
Desconozco el color con que me pinto,
El fondo del salón de las mudanzas.

Me duelo yo, sin paz pero sin lanzas,
Me revuelvo entre un científico instinto
Que vuelve en vinagre hasta el vino tinto.
En fin, ignoremos las alabanzas:

Yo soy dos, y cada uno está triste,
Saltando hacia el otro constantemente,
Les doy cobijo dentro de mi abismo,

Sin romper la soledad, que persiste,
Vence a la amistad y el amor le miente.
Son nacimiento y muerte, dos, yo mismo.

                                   6

¿Qué me queda de mí? Esta callada
Fuerza del vacío. Y soy, y aquí
Puedo sentir que yo nunca sentí.
Y eso queda, o poco más: tiempo y nada.

¿Qué puedo sino rodar, siempre, así,
Entre la herrumbre gris y desbocada
Y esta sangre, que siento en mí atrapada?
¿Qué me ofrezco? ¿Qué me queda de mí?

El río es bello cuando desemboca,
El día en la noche pierde aspereza
Y el mar es feliz chocando en la roca

Y es bello el horizonte. Y bosteza
La vida cuando nadie la convoca.
Sólo morir es distinto a tristeza.

                                   7

No me olvides nunca,
no dejes en la noche mis palabras ni mis gestos
y no vuelques mi ira contra mí en tu recuerdo.
Déjame estar como ahora, sonriendo,
acariciando tus ojos y mirando tu cabello.

No me olvides nunca,
no esquives mi presencia entre tus sueños,
deja que te empape del agua de mi pensamiento
y cuando alcance la costa tu barca sin remos
pon a ondear mi bandera en islotes desiertos.

No me olvides nunca,
No ciegues mis fogones ni mis fuegos,
mitígalos si quieres, pero déjalos ardiendo
y deja volar mis remotos proyectos
sin marcas ni barnices que disfracen mis defectos.

No me olvides nunca,
Ni cuando grazne el mar ni cuando brame el cuervo,
Ni cuando se gasten los nombres y los cuerpos
Ni cuando se empañen los relojes y el espejo...

Y luego, 
si quieres no pienses en mí. Pero
no me olvides. Al menos,
No me olvides nunca.

                                   8

¿Qué puedo decir ahora,
A la una de la noche,
Con una luz encendida en mi mesa
Y una antorcha sobre mi estirpe?

¿Qué diré yo, mudo,
Corroído por achaques de juventud?
¿Qué puedo hacer sino recordar el futuro?

Escribiré cansancio, como escriben
Los niños y los muertos.
Escribiré locura
Como escriben la avenidas y las farolas;
Soledad, como los héroes de las novelas geniales.
Y leeré inscripciones en los mausoleos,
En las placas conmemorativas,
En las futuras revoluciones,
En la fatiga
Y el sueño
Y los insomnios…

¿Y qué puedo decir
Si me siento mudo como un  torturado,
Torturado como un prisionero
Prisionero como un  torturado?

No lloraré. Se han secado lo ríos.
Los mares recogen tempestades como afluentes
Y los océanos se encrespan hasta las estrellas.

Hablaré de los silencios de las montañas secas,
Oiré mis palabras y discutiré conmigo
Porque nada es cierto,
Ni  siquiera mi cuerpo está asegurado.
Aseguraré los cimientos de mis ruinas,
Los mausoleos de mis dioses despreciados.

Y cambiaré
Como cambia el futuro y se hace pasado
Y cargaré con el dolor y la vida
Durante años luz, eternidades momentáneas
Y el silencio o su tiranía.

Y viviré junto a la palabra.
Y sobreviviré a la fatiga y a la tristeza.

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